Amarres de amor

El sábado fui con mi hermana a recoger un premio literario. Hace doce años la acompañé a Betanzos, a recoger el primero que ganó, por una narracion que me sigue encantando. Tenía dieciseis años recién cumplidos. El acto lo presidía Manuel Rivas, que dio una conferencia muy interesante sobre sus temas de siempre: el paisaje, la chorima, la pintura holandesa, la lengua y la identidad… Descubrí entonces a Rivas y su estilo, pero sobre todo descubrí que el talento de alguien a quien quieres es algo que puede hacerte sentir más orgulloso de esa persona a medida que pasan los años y ves su evoluciónen Amarres de amor.
El talento es una medida inclasificable. Puede abarcar y hacerse visible en aspectos muy diferentes según cada uno e incluso en los momentos y espacios de cada uno de nosotros, desde lo más grande a lo más pequeño.
Si por encima de todo el talento pertenece a las personas y las define, quizá una de las funciones del amor debería ser, también, la de saber ver todas las posibilidades, la belleza, toda la riqueza, todo el talento de la persona que tienes a tu lado. Pero últimamente he aprendido que eso no depende sólo de los ojos que contemplan, sino de la posibilidad de compartir de un modo más íntimo esa visión. De que quizá, apreciar de verdad el talento de alguien, amar, llega siempre, de forma ineludible, a través de canales mutuos. Y eso lo estoy viendo cada día, en leer un relato de I. y comentarlo con ella.
O en algo tan natural como decirle a A. cuánto talento tiene a nivel profesional y personal. Y cuantos aspectos y cualidades a los que no da ninguna importancia son más especiales de lo que ella cree, algunos tan simples y al mismo tiempo tan grandes como cuando logra, al otro lado del teléfono, que la distancia se desvanezca de modos que nadie se imagina.
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